Escribo esta entrada desde el lugar mas húmedo y caluroso en el que he estado en mi vida, Chitwan. Los cortes de luz son muy normales aquí, para ahorrar energía y tal, y ahora mismo el ventilador de la habitación se echa más en falta que un polo a su palo. Las gafas se me empañan solamente de la humedad que hay en el ambiente, nos estamos derritiendo literalmente... Pero en fin, antes de llegar hasta este horno de pollos mas comúnmente conocido como parque natural, hemos hecho muchas cosas que merecen su presentación en sociedad (bloguera). Como ya os conté, esta semana la teníamos libre de monjes y decidimos aprovechar la ciudad. La verdad es que no hemos parado, es una gozada tener tantas cosas que hacer y amigos que visitar.
La primera parada obligatoria fue el monasterio en el que están nuestros niños ahora de festivaleo budista, en el que pudimos asistir a una puja (ceremonia religiosa budista) de cientos de personas. Creo que a simple vista eramos los únicos occidentales de todo el sitio, por lo que, (una vez mas) fuimos la atracción turística del momento. Fue muy interesante poder ver como se celebra una ceremonia de verdad, mostrando los debidos respetos cuando el gurú entra en la sala y observando como se pasan las cuentas del nami (el rosario de aquí, para que nos enteremos) cada vez que se repite el mantra. El de esta ceremonia en concreto era algo asi como "Om a hung barja guru pemba siddhe hung" que se repite cientos de veces al compas de unas especie de juguetitos rotatorios (dios, es dificil hacer tantas aclaraciones veraces; esto es un chisme que da vueltas y punto) que se hacen girar en el sentido de las agujas del reloj para atraer el buen karma.
Una de las mejores experiencias que tuvimos esta semana fue el poder visitar el centro de mujeres maltratadas en el que trabaja de voluntaria nuestra amiga Zanetta, de Nueva Zelanda. Como con nuestros monjes fue todo un éxito, decidimos llevar muchos hilitos para hacer pulseras con ellas, y les encantó. Dice Zanetta que nunca había llegado a ver a tantas de las mujeres reunidas haciendo algo juntas, asique estamos muy contentas de haber podido servir de entretenimiento al menos durante un rato para mujeres que lo han pasado tan mal. Es horrible saber que la niña de 13 años a la que le estás enseñando a hacer pulseritas y que quiere que le hagas una trenza en el pelo, está en esa institución porque su propio tío la violase cuando tenía 12 años y esté esperando un bebé de semejante #$%@& (versión censurada por motivos éticos).
La verdad es que trabajando con los monjes y teniendo esta experiencia con las mujeres y niñas del centro, me he dado cuenta de que tristemente aquí la infancia es algo que no todo el mundo tiene la oportunidad de disfrutar. Cuando ves que un monje de 16 años- todo un chavalote hecho y derecho- coge un dibujo de una mariposa de la clase de los niños de 7 y le ves poniendo el más mínimo detalle y concentración para colorearlo, o cuando una señora de 60 a la que su marido le pegaba te pide una y otra vez que revises por qué su pulsera tiene tantos nudos, te das cuenta de que probablemente ninguno de ellos tuvo la oportunidad de disfrutar de esas pequeñas cosas cuando eran pequeños. Poder ofrecer estos pequeños momentos de desconexión (felicidad es una palabra demasiado grande) a gente que lo necesita tanto y lo merece aún más es algo que no se puede explicar con palabras; estábamos llenas de buena energía cuando nos fuimos del centro de mujeres.
Volviendo a nuestras trivialidades del día a día, ayer nos fuimos de rafting al río Trishuli! Está a medio camino de Chitwan, así que decidimos hacer una excursión con todos los voluntarios del hostal aprovechando el viaje para hacer el rafting, y luego continuar nuestro camino hacia Chitwan. Fue tooooooda una experiencia, lo pasamos genial! Era la primera vez que las dos lo probábamos, y nos dejó agotadas y encantadas. Como siempre, el panorama era lo mejor de todo, ya que el río está en medio de montañas inmensas repletas de vegetación y parecía que estabas en Jurassic Park. Nos bañamos en el río, hicimos un montón de juegos en las barcas y me gané un moratón de tamaño considerable en el muslo por hacer el gambitero, como no.
Y como siempre los mejores momentos son los que no planeas, esta vez fue la ida en bus desde el río hasta Chitwan. Como no había sitio dentro del autobús, nos adaptamos al estilo nepalí y fuimos en el techo. Ja! Me río de los deportes de riesgo, esto sí que es aventura. Tampoco vamos a volvernos locos señores, que aquí todo el mundo lo hace y hay una especie de minibarandillita para sujetarte a ti, a los muebles, o a las cabras que vayan en encima, depende de la circunstancia.
Fue una gozada poder ir viendo todo el paisaje y sentir el airecillo en la cara, en vez de estar apelotonados durante 3 horas dentro del bus. La pena es que luego nos pillo la poli y nos hizo bajar, cosa que no entenderé porque hemos visto pasar a mil camiones con gente encima pero bueno. A nosotros no nos dijeron ni mú, pero el conductor creo que se llevo una buena receta.
Ah claro, todo este día de deportes extreme no hubiese sido lo mismo si no fuera porque dormimos prácticamente media hora la noche de antes por salir de fiesta con nuestros amigos nepalíes Jimmy, Surace y Ruxit. Los fines de semana son algo preciado que hay que aprovechar como si fueran oro, porque si no aquí no encuentras fiesta en ningún lado (alabado seas Madrid, y tu vida nocturna infinita). Así que ese fue nuestro panorama de ayer, parecía que volvíamos de la guerra después de tanto ajetreo, pero claramente todo mereció la pena.
Con todo este preámbulo en condiciones, me vuelvo a situar en Chitwan, el infierno con forma de paraíso. Nos alojamos en el hotel Park Side, uno de los mejores de la zona, y de gratis, porque nuestro amigo búlgaro Steve se las ha apañado para alojarnos en su cuarto, vaya solete de chico. Tenemos todos los lujos que son imposibles de encontrar en cualquier casa de clase media en Kathmandu; como son los colchones, el papel higiénico, agua caliente o incluso retrete. Somos unas privilegiadas.
Esta mañana hemos ido a dar una vuelta en elefante por la selva (completamente recomendable) y hemos visto rinocerontes salvajes, ciervitos, pavos reales, y un montos de bichos que me han comido entera. Hemos coincidido con una pareja mayor de argentinos encantadores, de Buenos Aires, que nos han invitado a su casa cuando queramos ;) Castellano parlantes solidarios por el mundo, así da gusto.
Creo que con esto da de sobra para unos cuantos días, majetes, así que probablemente la próxima entrada sea desde Pokhara, nuestro siguiente destino. Besos grandes con olor a elefante :)